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El Lápiz Rojo

La papelería El Lápiz Rojo durante la inundación de 1926.

Todavía en la década de los ochenta del siglo XX, la tristemente famosa “lista de libros y útiles escolares” se entregaba hasta la primera semana de clases. Aciaga temporada para los papás que debían vaciar sus carteras y también para las mamás, quienes peregrinaban durante varios días visitando las diferentes librerías y papelerías del centro; soportando tumultos, apretujones, gritos, golpes y olores… todo para que después de varias horas el dependiente se dignara a tomar el “papelito” con la lista y terminara anunciando con voz lastimera: “Híjole, aquí no surtimos esos libros”.

Entre aquellas famosas librerías y papelerías se encontraban “La Nacional”, en la segunda cuadra de Madero y que luego se mudó a la calle Libertad; “Don Quijote”, fundada por don Fausto Hernández y que aún sobrevive en la esquina de Madero y Hermanos Aldama; “El Lápiz Rojo”, ubicada en la primera cuadra de Madero. A la vueltecita, en 5 de Mayo, se encontraba “El Escritorio” de los señores Farriols, que hace unos años se trasladó al boulevard Torres Landa… A un lado de Catedral, cumpliendo ya más de 120 años de existencia está “El Patrocinio de María” de la familia Alejandri; detrás de Catedral la papelería “Cuauhtemoc” y a una cuadra, en la 20 de Enero, la “Libreria Minerva” de don Trino Anaya.

Con el paso del tiempo llegaron las grandes cadenas de librerías y papelerías, las imprentas digitales exprés y el gigante electrónico “Amazon”, que vinieron a cambiar las reglas del juego. Afortunadamente los comercios leoneses citados anteriormente se adaptaron y lograron sobrevivir, excepto “El Lápiz Rojo”, que cerró sus puertas para siempre hace más de 30 años.
Recuerdo muy bien “El Lápiz Rojo”, fundado por don José de Jesús Rodríguez Gaona (Gobernador del estado de Guanajuato en el sexenio de 1955 a 1961) y que luego atendieron por muchos años sus hermanas, un par de señoritas solteras siempre vestidas de negro, muy amigas de mi tía Lucha Ruiz, a quienes apodaba “las polveadas”.

Varias tardes acompañé a mi tía a tomarse su cafecito al hotel Condesa y seguido pasábamos a “El Lápiz Rojo” a saludar a sus dueñas. El local era más bien estrecho y oscuro, con estantes de madera que iban de piso a techo y un mostrador con grandes cristales inclinados que anunciaban “Prohibido recargarse”. Todo allí adentro gritaba “Siglo XIX”, a pesar de que ya corría el año de 1975.

Por las noches cerraban la puerta del local y sus aparadores con grandes tablones de madera y herrería que aseguraban con unos inmensos candados propios de algún calabozo medieval. Afuera quedaba colgando el anuncio: un gran lápiz de color rojo que no sé cómo sobrevivió a los vándalos nocturnos y que ahora forma parte de la colección de un conocido mío.

Por cierto, los precios de esta papelería eran más altos que en otros lugares, pues como explicaban las hermanas Rodríguez: “El señor obispo don Manuel Martín del Campo nos permite dar más caro porque somos señoritas solteras”… Quítate PROFECO, aquí manda el señor obispo.

Fuente: https://www.valledesenora.mx/

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