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Templo de San Juan de Dios (Especial Templos y Parroquias)




San Juan de Dios, un barrio realmente encantador, entrega ante la simple mirada, su invitación para compartir la vida de barrio. Habitado su entorno por una tradición comunitaria que viene –como en otros muchos casos- del siglo XVII (aunque entonces como pueblo de San Juan de Dios), pronto logró con sus habitantes una sólida integración de barrio.



Hablar de su templo es algo que me produce emoción y particular admiración hacia su belleza ya que tiene impresionantes pinturas del gran artista orgullosamente leonés Antonio Segoviano.

Laureles de la India cobijan al jardín, en cuyas bancas los paseantes disfrutan la nieve con puchas, que se ha constituido en tradición de este lugar.

El origen del templo de San Juan de Dios se remonta a 1642, fecha en que los frailes juaninos aceptaron construir y atender un hospital (Hospital San Cosme y San Damián) en esos terrenos -entonces ubicada fuera de la mancha urbana-, con aportaciones particulares y de la villa de León.

El templo debe haberse techado en 1765, fecha inscrita en el cierre del primer arco toral. Al fondo del presbiterio se enmarcó el altar en un retablo de madera que recuerda lejanamente a un ícono bizantino.

San Juan de Dios ostenta la única fachada principal de estilo churrigueresco en la ciudad de León. Muestra una torre de un cuerpo y una pequeña torrecilla de reloj, en la cual todavía se pueden apreciar impactos de bala de la Revolución Mexicana.

Tiene además una portada lateral, en un estilo anterior al barroco churrigueresco, que ostenta un bajorrelieve de San Miguel Arcángel, con el demonio a sus pies.

















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