Suspenso Infernal (Relato de Purísima del Rincón Guanajuato)
Por: Eleuterio G Lopez Akayolmatiliztli
Hay en mi pueblo una cantina que se llama "El Infierno", muy cerquita de la plaza.
En una de las calles aledañas vivía florentino, hijo de doña angelita mendez quien estaba profundamente enamorado de su joven esposa a quien en sus noches delirantes no cesaba de demostrar su amor. Nadie imaginaba que poco le duraría esa dicha.
Eran las fiestas de Octubre la gran fiesta del pueblo; salieron a pasear y a disfrutar de los antojitos típicos de la región. Esa noche, después de comerse unas enchiladas con cecina de esas que todavía se pueden disfrutar en el mercado con la hija de doña Carmela, salieron a tomarse una deliciosa bebida de cerveza de raíz y una gelatina de jerez. Nadie había reparado en la presencia de un hombre de aspecto varonil y bien vestido que a discreción había seguido en todo el paseo a la feliz pareja. Estos llegaron a su casa ya muy entrada la noche mientras a la luz de un farol se dibujaba la silueta del hombre de negro. Ya rato que Florentino venía notando la respiración agitada de su mujer y como nerviosa desviaba la mirada sobre sus hombros. Se recostaron en su lecho y él fingió quedarse profundamente dormido, ella le movió los hombros llamándolo para verificar que efectivamente se había dormido, ¡Florentino! ¡Florentino! el no respondió. Con todo cuidado ella se deslizó y sin hacer ruido en pocos minutos ya estaba de pie y completamente vestida. Se escuchó el aldaba de la puerta, y la luz de la luna y el silencio de la noche fueron testigos del encuentro de Susana y el hombre de negro que montados en un brioso corcel de negro azabache, se perdieron en la espesura de aquella noche de Octubre. Todos supieron de la mala jugada de Susana, Florentino con el dolor reflejado en su rostro, ya no fue el mismo, pasaba las noches en vela y se le veía pasar por las calles como un ánima en pena que no encuentra la paz. Sólo el licor, llegaba a decir, mitiga un poco mi pena, no me compadezcan, no se burlen de mi dolor, si ya saben que se fue y me dejó.
La verdad de todo esto, es que nadie sabía, que Susana había hecho pacto con el diablo en complicidad con un brujo ante quien ofreció entregarse en cuerpo y alma si lograba que Florentino se enamorará de ella y así poseer no solamente a Florentino sino también la inmensa fortuna que él heredaría, la decepción vino cuando Susana se dio cuenta que la dicha herencia era puro chisme. Aún así se llegó el día de cumplir. Y vino por ella aquel misterioso jinete que se la llevó... para siempre.
Por esos días, llegó de visita el tío Tomás, que ya sonaba como un gran compositor. Y Florentino le dijo: mire tío, compuse estos versos, ¿como ve? Son de cuando me dejó la Susana, a ver, dejame ver, dámelos, voy a darles una arregladita; y... se los llevó don Tomás. No pasó mucho tiempo cuando comenzaron a sonar con gran éxito ostentando la autoría de Tomás Méndez los versos de "Suspenso Infernal"
De Florentino ya no se supo nada, nadie más lo volvió a ver sólo la melodía triste evoca su recuerdo “Sentí cuando se fue, un beso me dejó, creyendo que dormía, Sentí cuando se fue y aunque me ahogaba en llanto no quise detenerla, que cosa puede hacer un pobre corazón cuando ya no lo quieren”.
Me gustó mucho esta historia ♥️
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