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El negrito perdido


Al norte de la Plaza de los Fundadores se encuentra La Casa de la Cultura "Diego Rivera", edificio que también fue sede de los poderes durante el virreinato, residencia de varias de las familias más encumbradas del pueblo, y que más tarde se convertiría en el Mesón de las Delicias, de donde salían las diligencias que conectaban a León con otras ciudades. Más adelante se convirtió en el Hotel Guerra.

En 1916, en plena guerra revolucionaria, pasó a ser el Hotel México, propiedad de don Guillermo Vera y su esposa doña Chabelita Morales de Vera. Aquí se alojaron los más grandes jefes revolucionarios, tanto villistas, como carrancistas o zapatistas; incluso en su patio se les organizaron sendos bailes a los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
Eso sí… su cocina fue toda una institución a nivel regional y la mejor sociedad de la época se daba cita en sus suntuosos festejos para celebrar el fin de año.


Al norte de la Plaza de los Fundadores se encuentra La Casa de la Cultura "Diego Rivera", edificio que también fue sede de los poderes durante el virreinato, residencia de varias de las familias más encumbradas del pueblo, y que más tarde se convertiría en el Mesón de las Delicias, de donde salían las diligencias que conectaban a León con otras ciudades. Más adelante se convirtió en el Hotel Guerra.

En 1916, en plena guerra revolucionaria, pasó a ser el Hotel México, propiedad de don Guillermo Vera y su esposa doña Chabelita Morales de Vera. Aquí se alojaron los más grandes jefes revolucionarios, tanto villistas, como carrancistas o zapatistas; incluso en su patio se les organizaron sendos bailes a los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Eso sí… su cocina fue toda una institución a nivel regional y la mejor sociedad de la época se daba cita en sus suntuosos festejos para celebrar el fin de año.

En la década de 1930, don Guillermo "El Güero" Vera y su distinguida esposa fueron de vacaciones a La Habana, Cuba. De regreso trajeron un par de curiosas esculturas que representaban a un par de negritos sonrientes. Ambos vestían cachucha y pantalón corto de color rojo y sendos sacos a rayas blancas y azules.

Fueron colocados a la entrada del hotel y durante muchos años dieron la bienvenida a todos los que allí se alojaban.

Una tarde, muchos años después, uno de los negritos desapareció de repente, seguramente robado por algún ladroncillo de ocasión. Para evitar otro robo, el solitario hermano fue colocado por doña Chabelita en el comedor del hotel.

Los negritos aún le sonríen a la gente en el lobby del Hotel Real de Minas.

Pasaron los años, y en la década del cuarenta, siendo presidente municipal, a don Guillermo le avisan que encontraron al negrito perdido… ataviado como San Martín de Porres en la capilla de un templo de barrio.

Una vez recuperado el niño perdido, fue puesto al lado de su hermano, del que no se ha vuelto a separar; ni siquiera cuando el hotel México cerró sus puertas el 3 de enero de 1974, cuando a las 11:30 de la mañana abandonó su alojamiento el último huésped que allí se alojaría.

Un año antes, en 1973, don Cosme Vera –hijo de don Memo-, había inaugurado el hotel Real de Minas frente a las instalaciones de la Feria de León. En el lobby, al pie de las escaleras que llevan a los salones de fiestas, fueron colocados los hermanos negritos, donde se encuentran muy sonrientes hasta hoy en día.

Créditos: valledesenora.mx


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