El Monumento Del Terror
EL MONUMENTO DEL TERROR.
La mañana del 12 de abril de 1987, Jesus Romero Trujillo agente preventivo se encontraba custodiando la entrada del banco Bancomer de la glorieta a la madre, sobre el bulevar Carranza. Nada había en el ambiente que perturbara la tranquilidad de la zona aledaña al fraccionamiento Guadalupe. Eran las diez con quince minutos cuando muchos se daban cuenta lo equivocados que estaban. Según narraron los testigos una camioneta llegó de súbito y se plantó frente al agente, tres tipos bajaron y sin mediar palabra apuntaron sus armas, lanzando una ráfaga de balas. Apenas desenfundar su revolver, una segunda camioneta se detuvo a sus espaldas y sin mayor miramiento varios pistoleros le acribillaron a tiros, recibiendo en total 18 balazos que a la par le arrebataron la vida al agente. Los testigos horrorizados vieron la forma cobarde en que el policía fue asesinado a bocajarro con armas de alto poder y de inmediato se presentaron en la escena, varias patrullas en espectacular operativo. Los refuerzos llegaron cuando los sicarios huian por calles de la colonia, y justo en la calle Perla, los ladrones se toparon de frente con dos patrullas y de igual manera se enfrascaron en una nueva balacera contra los de la ley. Los vecinos presenciaron el macabro tiroteo presos del pánico por las banquetas,, viendo el combate siniestro y la forma en que los asaltantes se abrían paso a balazos, hiriendo a los agentes y a un limpiacarros que casualmente pasaba por ahí. Uno de los policías, tuvo a tiro a los maleantes pero por temor de herir a gente inocente en el fuego cruzado, y a pesar de tener el revolver en las manos, desistió de su acción. En tanto era levantado el cadáver del cumplido agente, cuyo cuerpo quedo a unos metros del monumento a la madre, mudo testigo del furtivo crimen. Varias patrullas fueron en persecución de las camionetas donde al menos 10 delincuentes huían al ver frustrado el intento de asalto. El oficial caído nunca supo la razón por la cual murió acribillado de forma tan cruel a dos fuegos, el temor de la culpa por creerse sorprendidos obligó a los delincuentes actuar sin siquiera consumar el atraco. Al día de hoy muy pocos recuerdan o sabrán, que el famoso monumento meses después de ser inaugurado tuvo su bautizo de sangre al desatarse aquella infernal balacera sus pies. Fatal consigna no escrita de los sitios emblemáticos de la ciudad. Los asesinos y ladrones, nunca fueron detenidos. ¿Recuerdan?
FIN
(Por Jesús Aguas )
Redacción Betty Chávez de Ortiz
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