Santuario de Nuestra señora de la Soledad

Ir al Santuario de Nuestra señora de la Soledad, significa espiritualmente visitar la casa de Dios pero, físicamente, palpablemente, es meterse en un rinconcito antiguo de nuestra hermosa León de los Aldamas, y esto es un tesoro que Dios pone ante nuestros ojos para disfrutarlo.

Visitar una fina que tiene más de 400 años de existir, es trasladarse a una isla urbana donde con nuestros propios ojos veremos, lo mismo que vieron nuestros antepasados, primeros pobladores de la ciudad.

Saca la mente de tu cuerpo y con ella camina por el entonces callejón de la Luna Hermosa, rumbo al poniente, al llegar a la esquina verás de frente el paredón del Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, ahora en tu mente borra el atrio, borra la calle Leona Vicario que conduce a la Miguel Alemán y borra el mercado Aldama, en su lugar imagina el camposanto de la Villa de León lleno de cruces y lápidas que rodean la Ermita y, lo que escuchas en este momento es el canto de algunas avecillas entre los pirulos,... silencio... ese ruido al fondo lo producen las aguas del arroyo Mariches que mojan las tierras el pie del cerrito San Lorenzo, ya en las afueras de la Villa, ¡cuidado!... al otro lado del cerrito, por la bajada norte, hay algunas cuevas y peñascos donde duermen los salvajes chichimecas.

Al seguir en nuestro recorrido centenario, trasponiendo el paredón, vemos en la fachada frontal del templo, el pórtico de entrada de estilo arquitectónico neoclásico, romántico sobrio, sus columnas griegas de orden dórico y fuste estriado, sosteniendo un arco de medio punto. Arriba contiene un ventanal que ilumina el Coro. El remate en la parte alta de la fachada tiene al lado izquierdo un sencillo campanario y del lado derecho una pequeña pero graciosa torrecita. Aquí observa las grandes piedras que la forman y que fueron traídas del cerrito al otro lado del arroyo en los primero años de 1600.

Entrando a la Ermita, hoy con categoría de Santuario, vemos que su altar principal, es todo un monumento arquitectónico con cuatro columnas, las dos centrales sostienen un tímpano interrumpido que en el centro enmarca un nicho ahogado donde está la imagen del bulto de la Virgen de la Soledad y a sus costados, están en bajo relieve labrados los instrumentos de la pasión y muerte de Cristo en la llamada "Columna de la Flagelación"; la corona de espinas, látigos con que flagelaron, el madero de la cruz, los clavados y marro con que lo clavaron, la lanza con que le abrieron el costado y la escalera que usaron para bajar el cuerpo inerte.

Es importante resaltar que este retablo está estofado con oro fino de hoja.

En el año de 1806, a casi 200 años de existir la Ermita primitiva que tenía solo forma rectangular, con dinero aportado por un devoto anónimo, se le hace una reparación general y se le agregaron dos capillas laterales, la del lado izquierdo dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y la del lado derecho dedicada a la Virgen de Guadalupe. Este altar muestra una pintura al óleo hermosísima ejecutada por el artista Jimeno, quien realizó dos idénticas por los años 1790´s quedando una posesión del primer emperador de México, Agustín de Iturbide.

Las peculiaridades de estas dos pinturas idénticas son que tienen variantes en la imagen original son que tienen variantes en la imagen original plasmada en ayate de Juan Diego pues a la Santísima Virgen, coronada, le fue agregada la paloma que representa al Espíritu Santo cubriéndola con el manto de sus alas, la imagen esta enmarcada con un coro de ángeles y querubines que le dan gloria y a sus pies, las rosas del milagro del cerro del Tepeyac. Estas, pinturas y capilla fueron donadas por uno de los hombres más ricos del estado de Guanajuato en toda su historia; el tercer conde de Valenciana, según consta en un documental empotrado en la parte superior de la capilla.

Recopilación y Narrativa: Gerardo Lara