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Caballos Satánicos!!!



¡Jamás olvidare la experiencia que viví en aquella noche donde los caballos se pusieron agresivos, como bestias!

Esa noche Llegue al ojo de agua de los Reyes a visitar a Zenaida mi bisabuela que ya andaba por ahí de los 100 años, platicamos de todo sobre mi infancia y cosas curiosas que me habían pasado a lo largo de mi niñez y pubertad.

Cansado del Viaje (ya que yo venía de Aguascalientes) me recosté en una cama de otate, a la luz de una vela intenté dormir pero la sed comenzó a agobiarme, el reloj marcaba poco antes de la una de la mañana y tropecé en la oscuridad sin decir palabra mi bisabuela me facilitó una linterna y tomé cuanta agua me cupo en el cuerpo y la verdad no tenía sueño así que salí al portón a refrescarme un poco cuando de repente una manada de caballos que con frenéticos resuellos corrían desbocados por las calles de terracería sentía que venían directo a mí.

En eso mi bisabuela me habló y me dijo que me metiera, yo obedientemente me metí y cerré apresurado, ella me empezó a contar un relato que relacionaba aquella caballada satánica resulta que un fulano que se llamaba Francisco Reyes hacia correr los caballos por las calles de aquella comunidad a altas horas de la noche y gritaba que ni el mismísimo diablo les ganaría a sus caballos.

Una noche Francisco Reyes jugó cartas hasta muy tarde y les había ganado a todos los del ojo de agua y empezó a fanfarronear que ni satanás les ganaría a las cartas, salió de donde estaba jugando y para esto siempre tenía un perro que lo seguía para todos lados, pero esta vez se quedó echado en un rincón, Francisco cruzó palabras con una persona de la comunidad montado en un caballo negro hermoso siguió su camino y no supimos más de él.

Mi bisabuela interrumpió el relato y dijo:  -No vaya a ser la de malas- comento con susurro y yo insistí que me siguiera contando y ella atizó el fogón y siguió contando, resulta que a Francisco Reyes lo encontraron la mañana siguiente en el portal de su casa.

Entre sus manos crispadas tenía el cubilete y tenía desencajado su rostro los ojos fuera de sus orbitas, la boca abierta en un mudo grito que nadie escuchó y había envejecido 20 años, desde aquella noche se escucha aquellos caballos salvajes que corren frenéticamente atemorizando a los de la comunidad y de los caballos nadie supo mas.

Terminando mi bisabuela el relato, un escalofrío recorrió mi espalda me refugie en mi cama de otate, pero la imagen y los ruidos de los cascos de aquellos caballos satánicos la tengo en mi mente y estoy seguro que los vi.

Espero que hayan disfrutado este relato que sin duda marcó mi vida para siempre.

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