banner publicidad 1

Las brujas del Gigante (El cerro del gigante)



A mediados de Diciembre del 2002 varios amigos, mi novia (ahora mi esposa) y yo, fuimos de campamento al Cerro del Gigante. La idea era quedarnos esa noche y al día siguiente llegar hasta la cima. Entre chavos, chavas y un matrimonio ya éramos casi 30 personas.
Al llegar buscamos un lugar para descansar, nos detuvimos a un 1 km. Aproximado de distancia de la punta del gigante. Encontramos un pequeño terreno plano y decidimos armar las casas y acampar ahí. Ya por la noche prendimos la fogata y todo transcurría normal.
Alrededor de las 11 p.m. algunos ya se habían ido a dormir y los chavos decidimos hacer guardias de 12 a 6 a.m. nos tocó a las 2 a.m. a un amigo y a mí. Ya junto a la fogata platicábamos de tonterías, no habían transcurrido ni 20 min. cuando empezó a roncar el desgraciado de mi compañero. Y así simplemente me quede solo junto a la fogata y en pleno cerro.
Todo iba bien, cuando eran aproximadamente las 3 a.m. escuche claramente risas de mujeres y murmullos ¡pero todas las del campamento estaban dormidas! Además eran como voces de mujeres adultas, porque se escuchaban como rasposo o pastoso el sonido de las risas y las voces. Luego escuche un quejido como de enojo, sentí el ambiente muy tenso, pesado y aun con los sonidos de los insectos, yo escuchaba claramente las voces de esas mujeres. No hice ruido para saber de dónde provenían las voces, porque estaba bien seguro que no eran de mis amigas.
Pensé que pudiera ser gente de la zona, ¿pero a las 3 a.m. y en el cerro? De repente escuche muy claro que se quebró una rama de árbol a no más de 100 mts de mí. Y cuando paso eso de inmediato todo quedo en silencio, ni los grillos, ni ningún otro animal se volvió a escuchar.
Enseguida se escuchó otra rama que se quebró y luego se oía que alguien venia pisando las hojas secas. Voltie y vi que encima de una rama de un árbol, estaba una bola pero con luz y del tamaño de una naranja más o menos. Al verla detenidamente, de inmediato esta pelota comenzó a moverse en zig zag y se iba haciendo más grande cada vez, hasta quedar del tamaño como de un melón o más grande, y se dirigía hacia donde estaba la camioneta donde dormía el matrimonio que venía con nosotros.
Aún estaba retirada la bola del auto y así de la nada se detuvo… cuando paso eso sentí como que me observaba alguien y me dio mucho escalofrío. No pasaron ni 5 segundos, cuando a unos 50 o 60 mts detrás de mí escuche un quejido como cuando un gato está enojado. Voltie de inmediato y aun me acuerdo y se me enchina la piel….. Tras de mí, venían bajando del cerro más de 20 bolas iguales, las pude ver más cerca y vi que eran como de fuego. No puedo describir con palabras lo que sentí en ese instante. Esas bolas tenían peso y lo digo porque cuando iban bajando y avanzaban, se escuchaban crujir las hojas del piso y tronaban las ramas de los árboles. No dejaban de escucharse murmuraciones, quejidos y como chillidos mientras bajaban.
Es difícil pensar en que son esas cosas estando en ese momento y con esas esferas con fuego por todos lados y acercándose, te bloqueas por la impresión y no sabes si correr, rezar o aventar pedradas.
El peor momento fue cuando escuche un gruñido, cerca de la camioneta donde dormía el matrimonio que iba con nosotros. Me di cuenta en seguida al voltear que tampoco estaba la primera bola que había visto, la que venía en dirección a la camioneta. Ósea que lo que esa bola fuera ya estaba junto al auto y muy cerca de mí. Me arme de valor y grite como loco “Hey Hey Despierten” se despertó mi compañero y otros salieron corriendo hacia mí para ver que tenía, si no me había picado un alacrán o algún otro animal.
Los demás que despertaron con mis gritos se asustaron mucho al ver esas pelotas de fuego, unos no querían ni salir de las casas de campaña, otros querían ir a ver que eran esas cosas. La mayoría empezamos a pedirle a Dios que alejara esas cosas y nos cuidara, un par de minutos después se quedaron inmóviles las pelotas de fuego y ya no bajaron. Enseguida empezaron a subir y alejarse hacia la cima, unas se dispersaron y otras solo se apagaron, entre ruidos de hojas que pisaban y entre ramas que se quebraban. Quizá fue la oración o porque vieron que algunos de nosotros no les temían (yo me cuento en los que si les temían), lo importante y gracias a Dios es que se habían ido...
Por la mañana todos platicábamos de lo acontecido. La mayoría llegamos a la conclusión que eran BRUJAS. Por la forma en que habíamos escuchado que se convierten y en lo personal si lo creo por las risas de mujeres que escuche y su voz pastosa. Aunque realmente nunca había visto una bruja y menos tan cerca, tampoco les mencione todos los ruidos que escuche quizás por temor a que no me creyeran.
Ya para subir a la punta del cerro, le pedí a mi novia y algunos cuates que subiéramos por donde habíamos visto las Brujas la noche anterior. La sorpresa fue que efectivamente había ramas quebradas de los árboles, de hecho en uno de los arboles encontré unas ramitas pequeñas atadas con mecate viejo y sucio en forma de moño, y estaba colgando en una rama. Un poco más arriba encontramos otras figuras también con ramitas atadas con mecate, una de ellas tenía una pluma negra como de hurraco. Casi llegando a la punta, encontramos piedritas amontonadas como haciendo pirámides y hasta donde recuerdo fue todo lo que encontramos.
No sé de brujería, señales, marcas o figuras satánicas, pero no había duda, fueron ellas. Eran brujas y fueron muchas. ¿Qué querían? No lo sé, pero iban por alguna razón y algo las detuvo.
Dejaron marcas y señales extrañas, pero también dejaron una marca esa noche como de las peores que quizás hemos tenido en nuestras vidas, mis amigos, mi novia y un servidor.
Esto paso hace ya 14 años y sigo recordándolo como si fuera hace unos días. A mis hijos les encanta este relato, que ahora llamo “Las brujas del Gigante”.

No hay comentarios.

'; (function() { var dsq = document.createElement('script'); dsq.type = 'text/javascript'; dsq.async = true; dsq.src = '//' + disqus_shortname + '.disqus.com/embed.js'; (document.getElementsByTagName('head')[0] || document.getElementsByTagName('body')[0]).appendChild(dsq); })();